La última de la tienda se abrió en el Upper East Side de Manhattan.
Ubicada en la esquina de Madison Avenue a solo una cuadra de Central Park, la nueva boutique de Hermès abarca una superficie de 20 mil 250 pies cuadrados y es un “vínculo entre dos ciudades, Nueva York y París”, según su director artístico, Alexis Dumas.
Está conformada por dos edificios que, en sus interiores, albergan salas que fluyen de salón a salón y guían a los clientes a través de las 16 habitaciones de la tienda donde encuentran, desde ropa de mujer y accesorios, hasta equipamiento ecuestre y objetos de diseño de interiores.
Cada espacio y acabado fue hecho a la medida; sobre el material, es completamente único y abarca pisos de terrazo, paredes de cuero, mosaicos y alfombras.
Inspirada siempre en la naturaleza, la marca incluyó en su tienda un motivo de ramas frondosas que envuelve la totalidad del techo del piso superior antes de llegar a una amplia claraboya. En el salón de calzado para mujeres se diseñó, a partir de lino y papel, una pared con textura y patrón de hojas.
Respecto a la paleta de colores, está comprende tonos rosas terrosos, beiges suaves y marfil, combinados con colores chocolate, clavo, ámbar y verde musgo. Las paredes están decoradas con obras de arte y pañuelos de seda.
La historia entrelazada entre París y Nueva York se da con la selección de 150 obras en exhibición, pinturas de Antoine Carbonne, Francis Houtin y Rosa Bonheur.
Para exhibir en esta nueva boutique, fueron diseñadas varias piezas exclusivas, incluidos los bolsos ‘Kelly’ de Hermès de todas las escalas, dos relojes nuevos, una máquina de discos y una bicicleta que lleva impresa la dirección de la tienda.