Un pionero en el diseño de iluminación.

El diseñador alemán Ingo Maurer, mejor conocido en el mundo como “poeta de la luz”, murió a los 87 años en su hogar de Múnich, donde ha producido todo su trabajo desde 1970.

Durante más de 50 años, Ingo pasó su carrera fabricando y diseñando luces. Fue en 1966 cuando, por primera vez, transformó una necesidad básica en una ilusión mágica, se encontraba en Venecia, donde tuvo su primer destello de inspiración surrealista y puso una bombilla ordinaria, envuelta dentro de una esfera de vidrio más grande para formar una lámpara de mesa.

Nació y creció en 1932 en el sur de Alemania, en la pequeña isla Reichenau, en el Lago de Constanza, entre el breve periodo entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Se formó como tipógrafo en Múnich hasta antes de mudarse a los Estados Unidos escapando de un país dividido.

Su trabajo, que abarca el arte y diseño funcional, ha sido explorado mediante múltiples exposiciones individuales en el Museo Cooper Hewitt de Nueva Yorky el Museo Stedelijk en Ámsterdam, por mencionar algunos.

Además de famosas lámparas, Maurer se aventuró también a diseñar la iluminación para instalaciones a gran escala, por ejemplo: Para el desfile de moda en 1999 de Issey Miyake en el Parc de la Villete; el atrio de Lafayette Maison en París; y la Torre Velasca en Milán.

Su instalación final, una lámpara araña hecha de más de 3 mil hojas plateadas, se completó en Múnich el 18 de octubre, tres días antes de su muerte.

 

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